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UNO CURRANDO, CINCO MIRANDO
Las discusiones improductivas, el triunfalismo, la pereza y la falta de
autocrítica son algunos de los deportes nacionales más practicados. 

    En 1996 se celebró una competición de remo entre dos equipos: uno compuesto par trabajadores de una reconocida empresa española, y el otro por los empleados de una prestigiosa firma japonesa. Los españoles estaban convencidos de que triunfarían fácilmente, pero...

    Se dio la salida y los remeros japoneses empezaron a destacar desde el primer momento. Llegaron a la meta y el equipo español lo hizo una hora más tarde.

    De vuelta a casa, la Dirección de la empresa se reunió para analizar las causas de tan bochornosa actuación frente a los nipones.  Llegaron a la siguiente conclusión:

    "Se ha podido detectar que en el grupo japonés había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el español había un remero y diez jefes de servicio, por lo que para la próxima competición se tomarán las medidas adecuadas".

    Al año siguiente se repitió la regata, y nuevamente el equipo japonés se empezó a distanciar desde la primera remada. Terminó la carrera y el resultado fue todavía peor que el del año anterior: el equipo español llegó a la meta dos horas más tarde que los remeros japoneses.
 



Aquí vemos al único remero siendo vigilado por los vigilantes jurados,
que no le quitan el ojo de encima


 


    La Dirección de la compañía hispana se vuelve a reunir después del sonado rapapolvos para estudiar lo acaecido y hacer un plan de acción. Vieron que ese año el equipo nipón había estado compuesto nuevamente por un jefe de equipo y diez remeros, mientras que el español, después de las eficaces medidas adoptadas el año anterior, se compuso de un jefe de servicio, dos asesores de gerencia, siete jefes de sección y un remero.

    Tras un minucioso análisis en varios niveles, la Dirección llegó a la siguiente conclusión: "El remero es un incompetente". Y se tomaron drásticas medidas para revertir los malos resultados de años anteriores.

    A principios de 1998 se realizó otra vez la carrera. El equipo japonés se escapó a toda pastilla nada más darse la salida. La trainera española, que ese año había sido preparada por el Departamento de Nuevas Tecnologías, llegó ¡con cuatro horas de retraso!

    Tras la regata, y a fin de evaluar los resultados, se celebró una reunión de alto nivel en la cuarta planta del edificio principal de la compañía. Se llegó a la siguiente conclusión: El combinado nipón optó, una vez más, por la tripulación tradicional: un jefe de equipo y diez remeros. El grupo español, en cambio, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del Departamento de Informática, había elegido una formación mucho más vanguardista, que se compuso de un jefe de servicio, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de Arthur Andersen y cuatro vigilantes jurados que no quitaban ojo a un único remero al que se había amonestado y castigado quitándole todos los pluses e incentivos por el fracaso del año anterior.

    Tras varias horas de análisis y discusiones, los directivos de la empresa acordaron que, en la regata de 1999, el remero sería de una contrata externa, ya que a partir de la vigésimo quinta milla marina se ha venido observando dejadez en el remero de plantilla, que roza el pasotismo en la línea de meta.

D.T., Septiembre, 1998


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