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EL ESCOLLO
SOBRE ELECCIONES, LECCIONES: ENSEÑANDO UN MANOJO DE ALFALFA

    Han pasado casi cuatro años desde las últimas elecciones sindicales y es el momento oportuno para echar un vistazo a la labor desarrollada por los responsables y tratar de analizar hasta qué punto esa labor ha sido positiva o negativa.

    Juzguen ustedes: Durante este tiempo la situación de los laborales en algunos sectores sigue estancada, no solucionándose los problemas específicos que tienen los distintos sectores, retardándose las soluciones hasta la desesperación. En otros se ha parcheado, dándose soluciones a medias que no contentan a casi nadie. También hemos seguido con el mismo oscurantismo y carencia de información ya que las asambleas son una al año a lo máximo (y menos mal) y el boletín informativo que sacaba el Comité, hace cuatro años que no se ve por ningún lado (ni siquiera una miserable fotocopia).
Así lo he visto
    Dicen los expertos en música que en una orquesta cada músico toca un instrumento distinto, pero cuando salen al escenario a ejecutar la sinfonía después de muchos ensayos y consultas, todos obedecen al director y a su batuta. Aquí no pasa nada de esto; cada músico toca lo que le da la gana y cuando le da la gana, y así marchan las cosas. Los asuntos laborales van despacio (más que una tortuga), se torpedean las propuestas de los distintos grupos, se zancadillean los propósitos y las buenas intenciones (cuando no se miente) y se retardan las soluciones. Todo esto produce un grave perjuicio a la labor común. Y mientras, los intereses de la comunidad importan un carajo. Al final quienes pagamos los platos rotos somos todos los laborales. Y la gente, al final, murmura y arruga el ceño, se desencanta y piensa que la culpa recae principalmente sobre «el director de la orquesta», claro está. Por lo tanto, en las orquestas cuando no suena bien la música la culpa no es de los músicos en sí sino del director que, o no sabe hacer su trabajo o no quiere hacerlo.
 
    Se trata pues, desde nuestra particular óptica, de rescatar al colectivo laboral de las manos incapaces y superprepotentes y reunir un grupo más o menos homogéneo para luchar, hombro con hombro, por el avance no solo de nuestro colectivo laboral, sino el de toda la comunidad: la Universidad.

    Se trata, pues, de cambiar e invertir los conceptos actuales del sindicalismo, de regenerar la lucha sindical atacando a la raíz del problema: la burocracia sindical de los dirigentes laborales que entorpecen y torpedean continuamente el avance de los logros de los trabajadores.

    En fin, compañeros y compañeras, es esta burocracia laboral la que está presente en estas elecciones y si no lo remediamos, nos veremos de nuevo engatusados fácilmente y sin darnos cuenta nos conducirán a votar como al ganado: enseñándonos un manojo de alfalfa...
 

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