Página anterior
Índice
Siguiente página

Número 2
EL ECO UNIVERSITARIO
Junio de 1998

Declaración desde el principio

    Mi fe en las organizaciones representativas fue siempre muy limitada. Lo era cuando me afilié a UGT y lo es ahora, después de cinco años de experiencia como número del sindicato. En más de una ocasión me he visto tentado a seguir el dictado de mi conciencia escéptica y abandonar la sección sindical que ayudé a fundar en la Universidad y dejar que mis compañeros más comprometidos siguieran nadando en el agua de nadie en el que el sindicato mayoritario ha convertido las instituciones que nos representan frente a la empresa. Pero no lo he hecho. Aquí sigo. ¿Por qué?

    No colaboré a la creación de un grupo de representación sindical para luchar por los derechos de los trabajadores frente a la empresa. Seamos honestos, hoy en día nuestros derechos han alcanzado un amplio grado de consolidación. Es cierto que hay situaciones puntuales que requieren de una mínima organización y acuerdo por parte de los trabajadores, pero la mayor parte de las veces esa representación no debería alcanzar sino un mero carácter burocrático.

    No hay más que observar el entorno inmediato de nuestro ámbito laboral para observar que el mayor recelo de nuestros compañeros lo suscitan los compañeros mismos. El verdadero enemigo de las instituciones sindicales en la actualidad es la propia institución sindical, y la lucha está por tanto, en su regeneración.

    Es incomprensible, por muy justa y bien intencionada que sea su actuación, que los derechos de todos los trabajadores de una empresa queden en manos de una sola organización sindical. Sobre todo, si esa organización se caracteriza por rasgos de calado tan escasamente democrático como la falta de información, la acumulación de responsabilidades en un reducidísimo grupo de personas, la absoluta ausencia de renovación en sus cargos más relevantes, o el uso del poder que le confiere la representación de los trabajadores para consolidar su influencia.

    Ese inmovilismo de las actitudes democráticas es el que genera el deterioro en las relaciones entre los trabajadores, y por ende, debilidad frente a la empresa. Ese inmovilismo y no, como se ha querido hacer entender desde donde no interesa la regeneración, valores expresamente democráticos como la pluralidad, la participación o la transparencia que representa la existencia de alternativas para los trabajadores.

    Esa fue, y no otra, la evidencia que nos llevó a tomar la iniciativa y a elaborar un proyecto que partía precisamente de las virtudes que otros dejaron en el camino: el respeto por la riqueza de opiniones, para que las decisiones se tomen de abajo arriba y no al revés; el carácter estrictamente rotatorio de los puestos de responsabilidad, de modo que nadie tuviera la tentación de eternizarse en un cargo y en sus prebendas; un reparto en las funciones representativas tan amplio como fuera posible, de manera que la información y las decisiones no quedaran monopolizadas por una oscura y reducida cúpula.

    Al cabo de unos años de trabajo paciente, y tras una respuesta inicial muy tímida por parte de los miembros del PAS laboral, hemos comprobado cómo ese mensaje de claridad y participación ha ido calando con cierto entusiasmo entre algunos compañeros. Hemos pasado en este tiempo de la docena de afiliados inicial a un número que supera ya los cuarenta. Y sigue creciendo. Además, a estas alturas, nuestro proyecto se ha visto reforzado con la participación activa del PAS funcionario y del Personal Docente e Investigador.

    Es evidente, sin embargo, que nuestro mensaje sigue sin calar en la mayoría. Somos conscientes de nuestras dificultades para hacernos oír por encima de quienes no quieren que ningún movimiento regenerador de nuestras instituciones representativas se desarrolle a su costa. Comprendemos incluso a quienes no nos comprenden y sólo ven en nosotros a gente idéntica a la que ya les utiliza.

    Para todos ellos sólo nos queda una opción: trabajo; y una actitud: la desconfianza de la que hablé al principio. Trabajo para regenerar la salud de nuestras relaciones y desconfianza para evitar caer en los mismos errores de otros.


Principio de página